Estudio lanzado por el Instituto de Estudos Socioeconômicos (Inesc) el lunes (18 de junio) estimó que, entre 2013 y 2017, los subsidios a los combustibles fósiles en Brasil, en forma de renuncias fiscales y gastos directos, alcanzaron R$ 342,36 mil millones. El promedio anual de subsidios fue del orden de los R$ 68,6 mil millones, o sea, 1% del Producto Interior Bruto (PIB) del país o lo equivalente a dos programas Bolsa-Família.
El documento intitulado “Subsídios aos combustíveis fósseis no Brasil: conhecer, avaliar e reformar” partió de la adaptación de la base de datos elaborada por la Overseas Development Institute (ODI), en asociación con la Oil Change International (OCI) y el International Institute for Sustainable Development (IISD). Se consideró subsidio a combustibles fósiles todo lo que el gobierno gasta o deja de recaudar para beneficiar directamente al productor de petróleo, gás natural y carbón mineral o el consumidor de gasolina, combustible diesel y gas de cocina.
Entre las renuncias fiscales identificadas, las de mayor monto son aquellas relativas a la reducción de cobro del PIS/Cofins sobre los combustibles y de la Cide-Combustíveis, las cuáles resultan en pérdidas de recaudación estimadas en R$ 178 mil millones y R$46 mil millones, respectivamente, en el período analizado. En los dos casos, la renuncia configura subsidios al consumo de combustibles fósiles para el sector de transporte.
Con la publicación del estudio, el Inesc pretende contribuir para las discusiones sobre subsidios en medio a la crisis del combustible diesel – desencadenada por la huelga de los camioneros en mayo del 2018, y cuya solución encontrada por el gobierno federal fue la de aumentar los subsidios al consumo que vienen como una factura amarga que será paga por la población.
Para las autoras del estudio, Alessandra Cardoso y Nathalie Beghin, la pesquisa se lanzará en un momento oportuno para un debate profundizado sobre qué son los subsidios a los combustibles fósiles, cuál es la importancia de medirlos, por qué reducirlos o eliminarlos y quién se beneficia con las medidas en este sentido.
El sector de Óleo&Gás (O&G), por exemplo, es beneficiario de varios regímenes especiales de tributación, siendo el más importante, en términos de valores, el Repetro – Régimen Aduanero Especial de Exportación e Importación de Bienes destinados a las actividades de Pesquisa y de Labra de Yacimientos de Petróleo y de Gas Natural. El año pasado, el gobierno brasileño, en intenso diálogo con grupos de interés relacionados al sector del petróleo, renovó el Régimen, que vencería en 2020, por otros 20 años.
«Los subsidios a la producción, cuyo Repetro es el ejemplo principal, revelan cuánto los gobiernos abren mano de la recaudación, importante para las inversiones en políticas públicas esenciales para disminuir costos al sector”, apuntaron las autoras Alessandra y Nathalie. “Y cuánto invierten recursos públicos para apoyar su desarrollo, sea por medio de gastos directos, sea por financiaciones subsidiadas o, incluso, por aportes de inversiones públicas para empresas estatales, como en el caso de la Petrobrás”, añaden.
Subsidios necesarios
El estudio también revela que ni siempre los subsidios son maléficos. En algunos casos, pueden ser necesarios o solidarios para garantizar, por ejemplo, el acceso a la energía eléctrica en condiciones igualitarias a todos los habitantes del país. Es el caso de la región Norte de Brasil donde el costo de la generación es más alto por ser el combustible diesel la fuente principal.
Según el documento del Inesc, en los últimos cinco años, los subsidios a la generación termoeléctrica basada en el combustible diesel en la región Norte fueron del orden de los R$ 27 mil millones, en su mayor parte, pagos por los consumidores, por medio de la tasación en la cuenta de energía eléctrica.
Pero existen alternativas a este subsidio, que están más próximas a cada día, como la generación descentralizada con base en la energía solar o en la biomasa. El estudio trae, por ejemplo, dos grupos indígenas de Raposa Serra do Sol, en Rondônia, y en Xingu, en Pará, que ya están haciendo experiencias de generación de energía solar. “Son ejemplos de cómo es posible reformar subsidios a los combustibles fósiles, con planeamiento y política pública, capaz de incentivar que otras fuentes puedan aparecer y que sean más viables económica, social y ambientalmente”, defienden las autoras.
Agenda propositiva
El estudio llama la atención para los impactos climáticos, sociales y ambientales de los subsidios a los combustibles fósiles y defiende que el gran desafío de medirlos y reformularlos debe ser asumido por los gobiernos en un esfuerzo global.
Una agenda propositiva, en la visión de Inesc, se debería construir en tres frentes paralelas: 1) conocer con exactitud cuáles son y cuánto representan los subsidios; para ello, se necesita más transparencia y una revisión del concepto y metodología de mensuración de gastos tributarios adoptada hoy por la Receita Federal do Brasil); 2) evaluar cuáles subsidios son más costosos, dañinos, de reforma más factible y son más urgentes frente a los otros compromisos también asumidos, en especial al Acuerdo del Clima (INDC) y a los Objetivos del Desarrollo Sostenible; 3) aprobar propuesta legislativa que termine con el silencio fiscal de los beneficiarios de Gastos Tributarios en Brasil, lo que permitiría identificar cuáles son los beneficiarios vinculados al sector de Óleo&Gás;.
El estudio está firmado por Alessandra Cardoso, asesora política del Inesc, doctoranda en Economía aplicada por la Unicamp; y Nathalie Beghin, coordinadora de la Asesoría Política del Inesc, economista formada por la Université Libre de Bruxelles (ULB), con maestría y doctorado en Políticas Sociales por la Universidade de Brasília (UnB).
El Instituto de Estudos Socioeconômicos (Inesc) es una organización no gubernamental, con sede en Brasília, que actúa en la promoción de los derechos humanos y de la democracia y tiene como principal instrumento de trabajo el presupuesto público. El Inesc hace parte de la Associação Brasileira de Organizações Não Governamentais (Abong).
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